Posteado por: ibnjcamalu | May 16, 2024

LA FIDELIDAD DE DIOS – Lamentaciones 3:22-23

Lamentaciones 3 vs 22-23 (S)

El gran amor del Señor nunca se acaba, y Su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan Sus bondades; ¡muy grande es Su fidelidad! (Lamentaciones 3: 22-23) 

Jeremías escribió estas palabras a través de la guía del Espíritu Santo después de que Jerusalén había caído cautivo a Babilonia y era un momento de profundo dolor y lamentación nacional. La mayor parte de este libro trata sobre lamentarse, pero insertado en el medio de estos cinco capítulos encontramos estos dos increíbles versos de esperanza. 

¿Alguna vez has pensado en cómo te despertaste esta mañana? ¿La respuesta podría ser el despertador, su cónyuge, sus padres o tal vez alguien o algo más? La realidad es que la razón por la que lograste levantarte de la cama fue por la fidelidad de Dios. 

Cada vez que nos dormimos, caemos en la inconsciencia y Dios es quien mantiene nuestro corazón latiendo y llena nuestros pulmones de aire mientras descansamos. Él nos cuidó y luego nos abrió los ojos para que cada uno de nosotros pueda disfrutar de un nuevo día. El Señor es fiel, no importa cómo nos sintamos cuando despertemos. 

Por esa razón, considere la diferencia que haría en nuestra perspectiva diaria si nos enfocamos en Él a primera hora de la mañana y le agradecemos por mantenernos durante la noche. Las palabras de Lamentación 3:22-23 se convertirían en una realidad en nuestras vidas: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y Su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan Sus bondades; ¡muy grande es Su fidelidad!« 

Dios es eternamente fiel, confiable, firme e inquebrantable porque la fidelidad es uno de Sus atributos inherentes. La fidelidad es una parte esencial de quién Él es (Salmo 89:8; Hebreos 13:8). En Su fidelidad, Dios nos protege del mal (2 Tesalonicenses 3:3), establece límites en nuestras tentaciones (1 Corintios 10:13), nos perdona de nuestros pecados (1 Juan 1:9) y nos santifica (1 Corintios 1:9; Filipenses 1:6). 

La fidelidad de Dios se basa en Su naturaleza. Es uno de Sus atributos. Aunque no siempre entendemos lo que está haciendo o por qué permite ciertas circunstancias en nuestras vidas, siempre podemos confiar en quién es. Aquí hay cuatro características de Dios que nos aseguran que Él es fiel: 

SU INMUTABILIDAD: La fidelidad del Señor es constante porque nunca cambia. En contraste, nuestras vidas están llenas de transiciones, nuestros planes están continuamente sujetos a ajustes, y nuestras emociones a veces nos hacen sentir como si estuviéramos en una montaña rusa. Experimentamos estaciones cambiantes, como lo hace la naturaleza. Hay períodos de productividad, satisfacción y buena salud, pero pueden cambiar rápidamente a temporadas de ineficacia, descontento o problemas de salud. A través de todos los muchos cambios de la vida, necesitamos el ancla de la fidelidad inmutable de Dios para alentarnos. 

SU OMNISCIENCIA: Podemos encontrar seguridad en el hecho de que el Señor sabe todo, desde el principio hasta el final. Él entiende todos los detalles y facetas de lo que estamos pasando, así como los resultados finales. Orquesta cada circunstancia en nuestra vida para lograr Sus objetivos. Y debido a que es fiel, podemos saber con certeza que está trabajando todo para Su gloria y para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con Su propósito (Romanos 8:28). 

SU OMNIPOTENCIA: Dios es todopoderoso. Podemos estar seguros de que es capaz de satisfacer todas las necesidades y controlar todas las circunstancias, independientemente de la temporada de la vida en la que nos encontremos. Aunque puede no eliminar los obstáculos y las dificultades, promete fortalecernos para atravesarlos con confianza cuando confiamos en Él. Ninguna autoridad en el cielo o en la tierra puede frustrar Sus propósitos (Job 42:2). 

SU OMNIPRESENCIA: El Señor siempre está con nosotros, como resultado, nunca caminamos solos por la vida. No importa cuánto tiempo o corto sea la caminata, Él está allí y nunca se irá ni nos abandonará (Hebreos 13:5). Todo el espacio y el tiempo están a Su vista. No importa cuán lejos podamos correr, no estamos fuera del alcance de Su amor, misericordia y compasión. 

La Biblia dice que la fidelidad es un regalo de Dios. Cuando recibimos a Cristo como Señor, el Espíritu Santo nos habita y trae las bendiciones del amor, la alegría, la paz y la fidelidad (Gálatas 5:22). La plenitud de estas bendiciones depende de caminar con Dios y ceder ante su Espíritu. Deberíamos ser fieles para leer y cumplir con la Palabra de Dios y buscar al Señor en la oración (Salmo 1:1-2; Efesios 6:18). 

Necesitamos recordar que cuando experimentamos pruebas, Él promete usarlas para producir paciencia y carácter probado en nuestra vida (Santiago 1:2-4). Si estamos bajo ataque espiritual, Dios nos «fortalecerá y protegerá del maligno» (2 Tesalonicenses 3:3). En tiempos de tentación, promete colocar límites para que no seamos tentados más allá de lo que podemos aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, Él nos dará también una salida a fin de que podemos resistir (1 Corintios 10:13). Independientemente de la situación que experimentemos, el Señor trabaja en nuestras vidas de acuerdo con Su voluntad. 

Debido a que el carácter de Dios no se ve afectado por el tiempo, el espacio, las personas o las circunstancias, Él es más confiable que el amigo humano más cercano. Cuando nuestros planes han fallado y la gente nos ha decepcionado, Dios siempre está ahí, y es Aquel con quien podemos contar todos los días de nuestra vida. 

Por lo tanto, “¡Nunca permitas que la lealtad (fidelidad) ni la bondad te abandonen! Átalas alrededor de tu cuello como un recordatorio. Escríbelas en lo profundo de tu corazón. Entonces tendrás tanto el favor de Dios como el de la gente, y lograrás una buena reputación” (Proverbios 3:3-4). 

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